Si recuerdas una infancia difícil, establece un diálogo interno y dale permiso a tu niño/niña de contarte un evento de su historia, acompáñalo/a y reprograma el final contigo como observador/a, es decir, revisa cómo te sientes, cuando al contarte tu historia, te acompañas de la mano con toda la experiencia y fortaleza que has adquirido desde entonces

Por Adriana Reid 

 El mes pasado te propuse aprender a vivir desde el observador; darnos cuenta de que adoptamos creencias que en su momento contribuyeron a nuestra supervivencia y que puede que hoy, esa forma de ver la vida ya no sea útil para nosotros, es un paso muy importante en tu autodescubrimiento. 

Este mes, celebramos en México el “Día del Niño” y quiero proponerte que, durante todo el mes, te dediques a honrar a tu niño/niña interior.  

Podemos hacerlo de varias formas, aquí te propongo dos:

Revisa algunas de las cualidades que extrañas de “ser” niño/niña. Ejemplo, la curiosidad, la creatividad, la inocencia, el juego, etc.

La inercia, el estrés y las preocupaciones de la vida nos atrapan en rutinas en las que no nos damos permiso ni siquiera de darnos cuenta de que la diversión y el juego son parte fundamental de nuestra salud mental. 

Arma un rompecabezas, juega un juego de mesa, toma un momento para buscar en alguna plataforma en línea tu caricatura favorita de cuando eras niño/niña y regálate ese ratito para ti, está bien si sonríes. 

Si recuerdas una infancia difícil, establece un diálogo interno y dale permiso a tu niño/niña de contarte un evento de su historia, acompáñalo/a y reprograma el final contigo como observador/a, es decir, revisa cómo te sientes, cuando al contarte tu historia, te acompañas de la mano con toda la experiencia y fortaleza que has adquirido desde entonces.

 

Un significado distinto

El darnos cuenta de que podemos darle un significado distinto a nuestras historias, es un proceso de nuestra mente racional, eso nos permite extraer los eventos de ese lugar en donde se quedaron guardados, como un archivo en nuestro sistema operativo. Están ahí y están así, porque no hemos explorado la posibilidad de darles un final distinto.

Las heridas de la infancia son muy dolorosas y, a la vez, traen consigo muchos regalos, honra a tu niño/niña interior, y agradécele las cualidades que adquiriste producto de tus experiencias dolorosas. 

Si crees que necesitas, busca ayuda de un profesional. Ver nuestra realidad con los lentes de nuestras heridas de la infancia, puede prolongar un dolor que hoy ya no es necesario para vivir.

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Espera un momento…

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