“Empecé en algo totalmente desconocido, creemos que no tenemos tiempo y que ya no podemos volver a empezar, pero yo hice algo increíble”.

Por Natalia Monroy

Si alguien le hubiera asegurado a Christian Hernández que iba a dedicar su vida al arte, no lo hubiera creído. Fue maestra por decisión, pero hoy es artista por vocación. Es Una Christiana, artista fronteriza que encontró en la pintura la paz.  

Como estudiante, le costaba seguir las reglas, lo que provocó que rompiera algunas y eso mismo sería lo que en un futuro, la haría identificarse con sus alumnos, especialmente con aquellos que se metían en problemas. Durante su tiempo dedicado a la educación, siempre fue una maestra que creyó en las segundas oportunidades y buscaba ayudar a sus alumnos, empatizando con ellos.  Ahora sabe que esa preocupación era un reflejo de su yo adolescente, ese mismo que también se metía en problemas en busca de emociones y hacer “lo que no se debía hacer”.

Y es que parte de eso sigue latente en ella, pues Una Christiana es prueba de que nunca es tarde para empezar de cero, para transformarse y resurgir, para dejar de lado lo convencional y elegir aquello que realmente nos llena.

Tiene 47 años y una carrera en las artes plásticas que cada vez va tomando más fuerza. Su obra ha sido expuesta en distintos puntos de la ciudad que la vio nacer, Tijuana. Pero también va dirigiéndose a otros estados y países con diversas exposiciones que vienen en camino.

Sin embargo, en el pasado estaba segura que la enseñanza sería a lo único que se dedicaría, pero un día de 2015 todo cambió debido a un accidente que casi le cuesta la vida. Pasó un año y medio en recuperación y no fue un proceso fácil, se sumergió en una depresión que le hizo perder las ganas de seguir con todo lo que hasta ese momento conocía. Fue en el hospital donde comenzó a pintar, al volver a casa continúo haciéndolo hasta que era lo único de lo que tenía ganas: lo único que le daba tranquilidad.

¿Por qué dejar la docencia y dedicarte al arte?

Mucho tiempo busqué la paz, estar tranquila, hasta que la pintura a causa de mi accidente me lleva a estar en silencio. Fue un año y medio de una depresión crónica donde la pintura era lo único que me mantenía viviendo mi día a día. Sin darme cuenta, la pintura me iba salvando, me estaba dando la paz y tranquilidad que había anhelado mucho tiempo. Después, mi hijo me convenció de seguir pintando, pero de una manera más formal y sin querer la vida me ha dado las oportunidades de estar aquí e ir sobresaliendo.

¿Qué significa para ti pintar?

Para mí es simplemente la única forma de vida en paz que conozco, el arte fue mi salvación, fue la gran terapia que tuve, pintaba todo el día y no entendía que lo que la pintura estaba haciendo era ir sanando poco a poco mis emociones y que se sintiera bien. Hoy sé que me salvó la vida.   

¿Qué transmites con tus obras?

Trabajo mucho con el dolor, con el duelo porque yo inicié en la pintura por un proceso de duelo a causa de mi pérdida de salud. Hago referencia siempre al dolor no porque esté presente ahorita, pero sí porque es mi punto de comienzo, es de donde vengo, en todas mis obras regresó a cómo empezó todo. Mis obras reflejan todas las experiencias que he vivido y todo lo que ha pasado, es algo que me acompaña. 

¿Qué es lo que te inspira?

Me inspira dejar un legado, poder comunicar con mis obras quién soy, me inspira poder dar voz a otras mujeres. Me inspira saber que voy a llegar a más lugares, que mi obra va a llegar a más sitios, que en otras partes van a saber cómo vive una mujer fronteriza. Y pues, me inspiran todos estos sueños que tengo.

 

Contacto

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Instagram: una­_christiana

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