La comunicación no es sinónimo de negociación ni de solución de conflictos; la comunicación no resuelve por sí misma nada, pero sí es el puente para llegar a las soluciones y acuerdos. Vital, para cualquier relación humana, cuanto más la de pareja.

Por David Sotelo Félix

“Nuestro principal problema es la falta de comunicación”. No sabes cuántas veces han iniciado parejas terapia conmigo con esa frase o una muy parecida. Lo interesante es que la comunicación en pareja siempre se está dando. Estemos conscientes de ello o no, siempre estamos emitiendo algún mensaje con respecto a nuestro estado emocional, físico y de agrado o rechazo a lo que hace o dice el otro, aunque no se intercambie palabra alguna.

Entonces ¿cómo es que creemos equivocadamente que no nos estamos comunicando? Una de las razones es que nuestra contraparte quizá sí capto perfectamente nuestro mensaje, pero no está actuando en consecuencia, como nosotros quisiéramos que se comportara. O sea, el expresar en palabras o con lenguaje corporal que me desagrada que mastique con la boca abierta no significa, en automático, que mi pareja lo va a dejar de hacer.

Partimos entonces de la premisa falsa que comunicarnos significa que mi pareja hará lo que deseo, cambiará o corregirá lo que le pedí, incluso, que me obedecerá. ¿Así de dominante? Muchas veces e inconscientemente sí. Y si no se dan las cosas como deseo, pues entonces “no nos estamos entendiendo” (cierto), “no nos estamos comunicando” (falso).

Hay que entender, por lo tanto, que la comunicación no es sinónimo de negociación ni de solución de conflictos; la comunicación no resuelve por sí misma nada, pero sí es el puente para llegar a las soluciones y acuerdos. Vital, para cualquier relación humana, cuanto más la de pareja.

 

Comunicación efectiva

Entonces, ¿qué cuidar para lograr una comunicación efectiva en pareja? Empecemos por reconocer que en la comunicación interpersonal desempeñamos dos papeles. El de emitir y el de recibir el mensaje. Generalmente, cometemos el error de centrarnos desproporcionalmente en la función de emisión y creer equivocadamente que eso te hace buen comunicador, que al ser claro y preciso en lo que decimos nos hemos comunicado exitosamente, cuando apenas es la mitad de la chamba.

Igual podrás darle un peso excesivo a la función de escuchar, pensando que si no interrumpes y das todas las señales corporales de respeto y atención con ello todo se resolverá. La verdad es que es la suma de las anteriores habilidades y otras más las que aumentan la probabilidad de la comunicación fluya y los mensajes no se estrellen contra un muro negador y hostil.

Sugerencias para ti

Sirvan entonces las siguientes sugerencias para facilitar que los canales de comunicación permanezcan abiertos en tu relación:

 

1) RECONOCE que no es lo mismo desear y promover una conversación que el que se te solicite o presione a tenerla, es decir, si tú quieres hablar algo con tu pareja, si sientes la necesidad de expresarle o proponerle algo, entonces, por favor, no juegues al mudo, al “no pasa nada”, al “debería saberlo, y venir a hablar conmigo”. Quien siente la necesidad tiene que tomar iniciativa, sin que la expresión de enfado, evasivas o enojo de tu pareja te desanimen.

2) INSISTE. Parte clave de esto es que sepas elegir inteligentemente el lugar y el momento para proponer y luego tener esa conversación. No es lo mismo querer abordar o iniciar una charla con tu pareja cuando está muy cansado, estresado o ya en la puerta por irse al trabajo, todas situaciones que desfavorecen que te preste la atención que necesitas, a que analices y elijas un momento de relativa calma, en privado, y ambos preferiblemente descansados y abiertos al diálogo.

3) SE FLEXIBLE. Cuando tu pareja te busque para hablar, es muy importante tener una actitud de flexibilidad y apertura constante. Esto es más fácil decirlo que hacerlo, pues en muchas ocasiones sentiremos y de hecho será su propuesta una interrupción a algo que estamos o deseamos hacer. Algo distinto a conversar con ella. Nos conviene cuidarnos de un excesivo ensimismamiento, el cual bloquea la recepción adecuada del mensaje. De hecho, impide que la comunicación siquiera inicie. Esto incluye desarrollar una sana tolerancia a la frustración de nuestras actividades y planes. Fluir con el cambio, el imprevisto, la propuesta distinta de nuestra pareja. Dejar lo mío para ir a apoyarle en lo suyo. Quizá no todo el tiempo y no siempre, porque entonces sería imposible tener una vida y espacio individual, y es muy importante tenerlo incluso para la salud no solo nuestra sino también de la relación de pareja.

 4) PROPONTE. Una vez que comience la conversación proponte, lo mejor que puedas, comprender a tu pareja y no juzgarla. Expresa tus necesidades y escucha las de ella. Procura la claridad y economía de palabras. Ve al punto. Esfuérzate por entenderla mientras habla y no solo pienses cómo defenderte y justificarte. Que el objetivo de la charla no sea ver quién gana o quién está mal. Que el objetivo del intercambio sea terminar habiéndose comprendido mejor y que esté la mesa puesta para pasar a una fase de negociación, solución de conflictos y acuerdos. Porque si a esto último no se llega, ¿tienes realmente una relación en la que ambos facilitan el bienestar del otro? Difícilmente.

 *El autor es Psicólogo Clínico y atiende a parejas y adultos en consulta privada 664 331 1070.

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