La infancia es la época en la que se estructura la personalidad y aprendemos a relacionarnos gracias a lo que aprendimos en el entorno donde nos desarrollamos y cuando tuvimos experiencias negativas, van fisurando la relación y se convierten entonces en “heridas primarias”

Por Maru Lozano

Fisuras entre un hijo y sus papás, esas heridas primarias que dañan el vínculo entre ellos y que se estampan como sellos en la psique de los niños, impactando en la madurez.

Ya sabemos que la infancia es la época en la que se estructura la personalidad y aprendemos a relacionarnos gracias a lo que aprendimos en el entorno donde nos desarrollamos y cuando tuvimos experiencias negativas, van fisurando la relación y se convierten entonces en “heridas primarias”.

 

¿Qué efecto tienen cuando somos grandes? 

Aquellos patrones no sanados, los repites con todo el mundo en todos los entornos.  Lo que sucede es que las heridas primarias se instalan cuando ni verbalizamos siquiera, entonces no somos muy conscientes de ellas, ni para expresar ni para gestionar.  Son un trauma no resuelto que vienen de necesidades no saciadas y que, cuando de grandes aparece un sentimiento asociado a esa heridita, tendemos a destrozar la relación impidiendo la intimidad y la conexión.

 

¿Cómo nacen estas grietas? 

Cuando el niño está construyendo sus apegos, él o ella está frágil física y emocionalmente.  El niño en formación va construyendo sin darse cuenta el andamiaje de su personalidad. 

 

¿Cuáles son entonces estas heridas? 

La escritora canadiense Lise Bourbeau se refiere a cinco heridas primarias: de rechazo, abandono, humillación, traición y de injusticia.

  • Herida de rechazo es cuando el niño no siente que lo acepta su papá, la niña siente que no la acepta su mamá. Si no quieres que tu hijo o hija se vuelva solitario, invisible y sienta que no se le comprende y busque medios escapistas (redes sociales, sustancias, etc.), dile lo orgullosa que estás y resalta cosas positivas que hace o dice.
  • Herida de abandono es cuando el niño siente que su mamá lo abandona, la niña siente que su papá lo abandona. Son dependientes pero ¡ah! cómo demandan atención y apoyo de todo mundo.  ¡Ojo! porque si albergan el sentimiento de abandono, podrían “dejar» antes de que los “dejen” a ellos.  Habría que ayudarles a estar bien con ellos mismos.
  • Herida de humillación hace que se genere una personalidad masoquista. Viene del papá o mamá criticón y que reprueba absolutamente todo lo del hijo. Si no quieres que se vuelva egoísta para protegerse, reconstruye su dignidad y ayúdalo a ser independiente, porque este tipo de hijos teme a la libertad.
  • Herida de traición que genera una personalidad controladora es cuando lo que le prometes al hijo nunca se lo cumples. No se siente merecedor de nada y se vuelve muy poco tolerante e impaciente. Si no quieres que se convierta en un ser que miente, manipula, no termina lo que empieza ni cumple lo que dices, sé paciente, confía y delega.
  • Herida de injusticia que genera personas nada flexibles y estrictas y es cuando el hijo siente que su autoridad no es cálida. Se llegan a sentir inútiles y no saben recibir.  Sienten culpa ante cualquier estímulo placentero.  Si no quieres que se esté comparando con los demás todo el tiempo, sé flexible, expresivo y acompaña para que sienta confianza.

 

Resana sus fisuras

Con empatía, podemos ayudar a cualquier persona a resanar sus fisuras así:

-Ayudando a reconocerse sin juicios.

-Nombrando las necesidades no satisfechas de cuando era pequeño.

-Ubicando esas emociones reprimidas que aparecieron cuando carecía de algo.

-Ubicando los momentos que se acuerde se sintió herido.

-Ofreciendo la posibilidad de saltar esos obstáculos que impiden la intimidad y las relaciones interpersonales positivas y amorosas.

-Invitándolo a dejar la culpa y el resentimiento para que acepte que lo que sucedió no era intencional, simplemente era la manera que los papás tuvieron  para desempeñarse en ese rol.

-Soltando y buscando pasatiempos, personas y momentos que le hagan sentir pleno, dejando atrás la costumbre de sentirse mal.

 

Un mecanismo de defensa

Es importante saber que las heridas primarias aparecen como un mecanismo de defensa que protege la angustia dolorosa cuando se está interactuando con personas, porque de grandes, la mayor necesidad siempre será la de vincularnos plenamente.  Practiquemos proteger, cuidar, contener y amar expresando y gestionando las emociones principales: miedo, afecto, tristeza, enojo, alegría.

Espera un momento…

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