En una relación de pareja sana no cabe el miedo ni el temor. Al menos que haya violencia o la amenaza de la misma y no exista manera de escapar de la situación o relación, temer a tu pareja realmente no procede

Por David Sotelo Félix

 Igualdad y equidad, un par de términos que suelen mencionarse seguido al hablar sobre las relaciones de pareja actuales y nuestras aspiraciones a vivirlas con calidad. Lógico y sensato que en este siglo XXI queramos estar libres de parejas opresoras y dominantes. Que tampoco deseemos sufrir las consecuencias de presiones sociales y expectativas familiares de mandar o ser mandado por nuestra pareja. Que ni ella ni yo la juguemos a papá o mamá del otro, o vivirlo como nuestro hijo o hija.

Queremos estar y hasta exigimos que sea de dos adultos, iguales y compartidos en responsabilidades y derechos. Recíprocos en apoyo, cariño, esfuerzo y atenciones. Pareciera que con el solo hecho de poderlo concebir y plantear con claridad e inteligencia sería suficiente para pasar a vivirlo. Pero no. En el caso de muchos, pero muchos, la relación de pareja igualitaria es un distante sueño.

 

¿Estás listo/a?

Es por ello que, antes de sentarte a la mesa de negociaciones con tu pareja, antes de intentar llegar a acuerdos y hasta reglas en la relación, primero revises con toda honestidad si ya estás listo emocional y psicológicamente para ello.

  • TEMOR

Se dice que la diferencia entre miedo y temor consiste en que el primero es a algo que realmente nos puede dañar, mientras que el temor es una amenaza imaginaria. Sería racional sentir miedo de caminar un sendero solitario donde se han reportado ataques de osos a humanos, pero no tanto temer a cucarachas (diferente a que te den asco).

En una relación de pareja sana no cabe el miedo ni el temor. Al menos que haya violencia o la amenaza de la misma y no exista manera de escapar de la situación o relación, temer a tu pareja realmente no procede. Sin embargo, muchas son las maneras en las que el temor y/o el miedo se provoca deliberada o inconscientemente en la pareja. Entre ellas la manipulación y chantaje, en los que el mensaje suele ser, en esencia: “si no haces lo que te pido te retirare afecto, sexo, apoyo, respeto o dinero” y, claro, la amenaza ultima, “me iré”.

El problema con temer a tu pareja es que de inicio te pone en posición de desventaja para cualquier negociación, discusión o defensa de derechos personales que invariablemente será necesario efectuar a lo largo de la relación. Temer represalias, imaginarias o reales, te lleva a reprimir y callar la expresión de tus deseos.

El miedo invalida la discusión franca y honesta de los asuntos y nos mantiene en la evitación de conflictos, en el apaciguamiento y en una falsa tranquilidad. Como si el objetivo último de la relación y mi papel en ella fuera solo el complacer o ser complacido. Aquí es muy importante entender que el temor o miedo que puedas tenerle a tu pareja no solo proviene de sus actitudes y comportamientos dominantes y manipuladores.

También tienes que considerar tu propia crianza, historia y sistema de creencias. En muchas ocasiones los temores se originan más en nuestra mente y antecedentes que en el trato que recibimos de nuestra pareja. Si, por ejemplo, tengo un problema serio con confiar, no hay cosa que pueda hacer o decir mi pareja para resolvérmelo, más allá de las obvias consideraciones y conducta confiable que le toque tener hacia mi persona, seria un asunto que yo tendría que tratar y resolver en psicoterapia individual.

  • IDEALIZACIÓN

“En 20 años de matrimonio, jamás nos hemos peleado”, “Nunca vi a mis papás discutir”, “Jamás nos fuimos enojados a la cama”. Frases como estas suelen decirse con mucho orgullo. A mí me causan curiosidad y extrañeza. ¿Cómo es humanamente posible, realista y lógico que, en una relación tan estrecha, de día a día por años, no haya discrepancias que los lleven inevitablemente a momentos tensos que terminen en discusiones y hasta peleas acaloradas?

Esta idealización del matrimonio en la que nunca se dan las diferencias de opinión, invalida de entrada la necesidad de negociar, persuadir o defender una postura. ¿Para que si nos entendemos tan requeté bien? Pero, ¿será?  A final de cuentas no dejamos de ser dos individuos, sin importar que tanto coincidamos con nuestra pareja. Pero esta expectativa perfeccionista de que una buena pareja, cuando realmente se ama, no discute, no pelea, no entra en conflicto jamás, congela y complica sobremanera a todo hombre y mujer que sostenga en su mente esta idealización de la relación siempre feliz y contenta. El resultado es una evitación del autentico e incomodo dialogo sobre insatisfacciones y diferencias de opinión o deseos. Algunos incluso se alarman y sobre reaccionan a la expresión o incluso solicitud de diálogo sobre temas espinosos.

 Otros se sienten culpables de tener insatisfacciones y prefieren reprimirlas porque si las expresaran seria admitir que su relación, su pareja y el/ella misma no es perfecta. La idealización es una especie de soberbia infantil en la que estamos convencidos que ya se arribó al estado de perfección y lo único que hay que hacer es preservarlo, a toda costa, de cualquier duda o cuestionamiento. Algo así como el fanatismo religioso, en sus casos extremos.

  • BAJA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN

Vivimos la era de la gratificación inmediata por excelencia. Lo queremos todo y lo queremos ya. Lo queremos todo y lo queremos gratis, esto nos lleva incluso a tener la irreal expectativa de que nuestra relación de pareja va a marchar sobre ruedas solita y para siempre, es por esto que cuando llega el momento de acordar, negociar, discutir, escuchar, plantear, uf! es mucho trabajo y toma mucho tiempo. Nos impacientamos, enfadamos, desesperamos. Dejamos conversaciones inconclusas, evadimos detenernos, sentarnos a la reflexión y el diálogo franco. ¡Le decimos a nuestra pareja o ella a nosotros “! ¡Que flojera! ¿Otra vez?” al querer profundizar en algún punto. En la era de la distracción y estimulación en la palma de nuestras manos, la conversación significativa ha perdido mucho terreno. Y el problema es que expresar, negociar y acordar toma tiempo y generalmente más de una plática.

Espero estos puntos te ayuden a preparar el terreno, prepararte a ti mismo, para que llegues a esas conversaciones con mucha mayor probabilidad de éxito de lograr una relación de pareja de adulto a adulto, de iguales.

Espera un momento…

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