Cuando sentimos que la vida no ha sido justa con nosotros y no encontramos una forma constructiva de manejar nuestras emociones, proyectamos nuestro dolor y adoptamos el sufrimiento de otros como una vía para expresar nuestro propio malestar de manera más impactante.
Por Becky Krinsky
A menudo, nos encontramos con la tentación de asumir las luchas de otros, especialmente cuando estamos lidiando con nuestras propias frustraciones. Es fundamental recordar que no todas las batallas merecen ser adoptadas, y debemos aprender a discernir cuándo vale la pena unirse a una causa.
Las amenazas de guerra no son las únicas luchas que debemos considerar; también debemos mirar de cerca las traiciones, el abuso familiar, la envidia y el dolor, ya que estas pueden justificar la participación en diálogos destructivos y acciones malintencionadas.
Es fácil buscar refugio en las luchas ajenas cuando no sabemos cómo enfrentar nuestros propios sentimientos de frustración, malestar o tristeza. A veces, la forma más cómoda de lidiar con estos sentimientos es desquitarnos con personas cercanas, culpar a causas más visibles o etiquetar a otros como tóxicos.
Cuando sentimos que la vida no ha sido justa con nosotros y no encontramos una forma constructiva de manejar nuestras emociones, proyectamos nuestro dolor y adoptamos el sufrimiento de otros como una vía para expresar nuestro propio malestar de manera más impactante.
Este fenómeno no es nuevo; mucho antes de la era de las redes sociales, la mercadotecnia y la propaganda, existían espectáculos como los gladiadores, las peleas de toros, los palenques con peleas de gallos, el boxeo y la lucha libre, entre otros ejemplos. Aunque estos eventos pueden ser violentos, podrían considerarse relativamente constructivos en comparación con el abuso de familiares, la agresión hacia la pareja, los mensajes llenos de odio y la demanda de ser tratado como único e intocable.
Ser empático
Es tentador mostrar empatía hacia personas que comparten historias de dolor, injusticia o venganza, ya que sus relatos conmovedores y diálogos persuasivos pueden llegar al corazón de cualquier individuo con sensibilidad. Sin embargo, este comportamiento conlleva riesgos tanto a nivel personal como en nuestras relaciones. Nos arriesgamos a creer en las historias que hemos tejido en nuestra mente y podemos perjudicar a personas equivocadas al desquitarnos por situaciones ajenas que nos amenazan.
Lo más preocupante es que aquellos que disfrazan el dolor humano pueden dar lugar a conflictos a gran escala y movimientos destructivos que afectan a la humanidad en su conjunto. Por lo tanto, es esencial mantener una perspectiva crítica y ejercitar el discernimiento al elegir las batallas en las que nos involucramos, recordando que no todas merecen nuestra participación.
Cómo evitar caer en batallas equivocadas
-Antes de involucrarte en cualquier conflicto o batalla, tómate un momento para reflexionar sobre tus propios sentimientos y motivaciones. Asegúrate de comprender por qué te estás uniendo a esa causa.
-Define claramente tus metas y valores personales, no actúes o respondas por inercia y por la necesidad de volcar tus propios sentimientos.
-Si no puedes dialogar no caigas en el arrebato emocional, los hechos hablan más que los chantajes.
-Considera cómo tu participación en la batalla puede tener un impacto positivo en la situación o en la vida de las personas involucradas.
-No dejes que las emociones negativas de los demás te arrastren a disputas improductivas. En su lugar, mantén la calma y busca soluciones constructivas.
La receta
El arte de elegir tus batallas
Ingredientes:
Autoconocimiento – Comprende tus valores, objetivos y emociones para discernir batallas reales.
Claridad de Objetivos – Definir metas y objetivos para enfocarte en las batallas necesarias.
Resiliencia Emocional – Desarrollar la capacidad de manejar el estrés y la frustración y mantener la calma.
Comunicación Constructiva: Aprender a expresar tus opiniones y preocupaciones sin atacar.
Bienestar – Elegir batallas que promuevan el desarrollo y promuevan un entorno saludable.
Afirmación personal para elegir las batallas necesarias
«Tengo el poder de discernir cuáles batallas abrazar y cuáles dejar ir, reconociendo que no es necesario pelear todas. Me comprometo a luchar con convicción en causas que resuenen con mi autenticidad y valores. Elijo responsabilizarme de mis emociones, procesarlas y buscar soluciones constructivas en lugar de prestar mis batallas emocionales a otros. Entiendo que es esencial tener precaución al empatizar con personas que puedan adoptar el papel de víctimas para obtener apoyo, especialmente de aquellos que pueden no estar completamente informados sobre la realidad. En esta elección, encuentro la fuerza y la claridad para impactar positivamente en mi vida y en las vidas de quienes me rodean.»