En corto esto es “pánico al compromiso” y lo pueden manifestar tanto varones como mujeres. Olvídate que ante un disimulo de presión para comprometerse a lo que sea, llámese trabajo, formalidad, pareja, etc., aparece el malestar físico digno de ambulancia: sudoraciones, falta de respiración, taquicardia, ansiedad y demás.
Por Maru Lozano
Este término es un acrónimo que describe cinco rasgos característicos de esta personalidad: soltería, inmadurez en lo afectivo, materialismo, obsesión con el éxito y narcisismo. Lo ha compartido el Catedrático de Psiquiatría y Psicología médica y director del Instituto Rojas-Estapé de Madrid, Dr. Enrique Rojas.
En corto esto es “pánico al compromiso” y lo pueden manifestar tanto varones como mujeres. Olvídate que ante un disimulo de presión para comprometerse a lo que sea, llámese trabajo, formalidad, pareja, etc., aparece el malestar físico digno de ambulancia: sudoraciones, falta de respiración, taquicardia, ansiedad y demás.
Estas mujeres y varones que le ponen crema a su “personalidad” son los influencers más dedicados a perseguir su éxito social. Si tu hijo pasa de los treinta y cinco años y lo ves así, es esto, el síndrome de SIMON.
No formes hijos codependientes
Si tienes hijos chiquitos, edúcalos de modo que no se vuelvan codependientes, que sepan hacer las cosas, que tengan límites y metas reales en sus etapas de vida y, sobre todo, que socialicen. Algo importante: que aprendan a vivir la frustración un poquito.
Mucho se piensa que este síndrome solo se da en varones, pero con esta modalidad de ver al ser humano sin etiquetas de “varón o mujer” y, dadas las evidencias, en cualquiera se puede padecer. En varones, pudiera ser una variante del famoso síndrome de Peter Pan, ese niño que se resiste a crecer licuado con el síndrome de emperador, ese que se merece todo y lo exige sin límites.
¿Te ha tocado ver a un adulto que se resiste a sentar cabeza, que solo desea diversión, viajes y constantemente cambia de aficiones? ¿Ése que encarga todo el kit en línea y luego lo bota porque ya le interesó algo diferente? Son síntomas del eterno SIMON.
SIMON
“S” de Soltería. Su idea de la libertad está equivocada, porque piensan que si se juntan con alguien, la pierden. Consideran que la soltería es el máximo regalo que tiene la vida.
“I” de inmadurez afectiva. No están maduros, no han caído del árbol que les hizo crecer para entablar relaciones auténticas con valor, de hecho sienten pavor. Los jóvenes que padecen este mal actual suelen decir: “¡salgamos juntos, pero no estoy buscando nada serio…” Hacen pasarela frente a los ojos de las mujeres, pero con ese dejo de estar libre y que su “ser-trofeo» no lo conseguirás. ¡Ojo! que son maduros emocional y laboralmente, pero en lo afectivo no.
“M” de materialista. Solo desean triunfar en lo laboral, en sus metas de aprendizaje propias, o bien, capacitación específica. Le emociona consumir algo nuevo antes que pensar en volverse estable afectivamente hablando.
“O” de obsesión por el éxito. Los SIMON desean contar con los medios económicos para sus cosas, pero no para ahorrar a largo plazo ni para metas en pareja que comprometan sus gustos e intereses. Pueden llegar a ser trabajadores compulsivos para poder obtener todos los lujos de que sean capaces.
“N” de narcisista. No que lo tenga como trastorno, pero sí con las características egocentristas de ese tipo de gente, es decir, en tanto no se le cierre la llave y se tenga que hacer responsable de verdad, será una persona que se cree el centro del universo, sin practicar la empatía, pisando a quien sea para escalar, dedicado a su imagen física y todo lo que esto conlleva como: gimnasio, nutrición, arreglitos estéticos, etc.
Una orquesta desafinada
Al síndrome de SIMON lo podemos ver como una orquesta con cinco instrumentos musicales absolutamente desafinados, tocando todos al mismo tiempo. Es un joven que ha construido su personalidad con bases endebles y poco adecuadas para la gran torre fuerte que se requiere para consolidar una vida comprometida en el amor de pareja y sin asustarse con esto de que no tiene fecha de caducidad.
Ya nos lo dijo el autor americano Joshua L. Liebman: “La madurez se logra cuando una persona pospone placeres inmediatos por valores a largo plazo.”
Reflexionemos entonces ¿hacia dónde estamos formando a nuestros hijos?