La comunicación, la autorreflexión y la autoconciencia son herramientas fundamentales para hacer cambios y dejar la preferencia por uno de tus hijos; que tu meta sea construir una relación equitativa y saludable con todos

Por Gabriel Bello
¿A poco si tenemos un hijo preferido? Hemos crecido creyendo que nuestros padres nos amaron por igual y no dudo que así haya sido. Sin embargo, la preferencia (y no el amor) por alguno de los hijos es un fenómeno que se da en la mayoría de las familias, consciente o inconscientemente.
Preferido es aquel hijo que recibe un trato especial por parte de sus padres en comparación con sus hermanos; desde el momento en el que se muestra más atención hacia un hijo en particular y se le trata de manera desigual y con más consideraciones que al resto, es preferencia.
Hay autores como Carol Gilligan, Elliot Turiel y Diana Baumrind, que han realizado investigaciones, escrito artículos y libros, donde analizan las preferencias parentales y sus implicaciones. O sea, no es nuevo, sin embargo, es un tema que poco se aborda porque asumirlo sería tanto como ser deshonestos con nosotros mismos.
“Si yo fuese el favorito de papá…”, ”Mi hermano hace cosas peores y no le dicen nada porque es el preferido de mamá”, “A mi hermana le perdonan todo”, “Somos gemelas, pero a ella la prefieren mis tíos y mis abuelos porque es linda con ellos y no les da lata”.
Tipos de preferencia
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La preferencia inconsciente
No es intencional y puede estar influenciada por una variedad de factores como la edad, el género, habilidades no desarrolladas, ser enfermizo o haber sufrido bullying en la escuela, alguna condición médica o trastorno. Esta preferencia paterna inconsciente se da de la mano con sobreprotección. Verlo inmaduro, pequeño e indefenso son razones suficientes para mantener esta preferencia.
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La preferencia consciente
Esta se da cuando hay elementos que permiten una identificación plena con el hijo: mismo temperamento, forma de ser muy parecida, intereses similares, por ejemplo: les gusta la misma música, mismo tipo de películas, mismo deporte, etc.; hay un orgullo desmedido y lo hace ver como un orgullo familiar si es destacado en lo académico, deportivo o en alguna de las bellas artes y, por supuesto, si es obediente y sumiso.
¿Cuándo los hijos sienten que no son los preferidos de sus padres?
La más común es la comparación constante con el preferido.
“Por qué no eres como tu hermano”
“Tu hermana nunca reprueba”
“Tu hermano ya limpió su cuarto y tú no has hecho nada”
Ser objeto de comparación con su hermano «el bien portado», “el que no da problemas”, le hace sentirse relegado o menospreciado.
Sentirse que no cumple expectativas de sus padres o que sus logros no están a la altura de los de su hermano, puede generar resentimiento.
¿Qué hacer?
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No lo invalides
Es importante tener presente que la percepción de no ser el preferido es un sentir real que debemos escuchar y atender responsablemente los padres.
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Reconoce el problema
Revisar a detalle el trato que le das a ambos hijos, pregúntale a tu pareja o a los demás hijos qué piensan ellos; si lo confirman reconoce el problema.
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Equilibra el trato
¿Qué acciones o actitudes tuyas pueden estar alimentando esa preferencia? Analiza tu conducta y busca maneras de equilibrar la relación con los hijos.
La comunicación, la autorreflexión y la autoconciencia son herramientas fundamentales para hacer cambios y dejar la preferencia por uno de tus hijos; que tu meta sea construir una relación equitativa y saludable con todos.
Psic. Gabriel Bello
Ced. 6357192