
Ella valoraba nuestros ingredientes, desde los más sencillos hasta los que se consideran exóticos, es decir, desde frijoles, chiles, maíces, calabazas, hasta gusanos de maguey, escamoles y hormigas chicatanas.
Por Ana Laura Martínez
Pareciera que ya está dicho todo sobre Frida; sin embargo, hay expresiones y gestos que formaron parte de su vida y que, aunque implícitas en ella, hoy queremos destacar. Eso que fue el arte de vivir manifiesto como: persona, mujer, anfitriona, revolucionaria, ama de casa, pero sobre todo como mexicana, en donde quedó impregnado ese arte popular de su país que tanto amó, respetó y puso en valor.
Manifestó esa pasión por el arte popular en cada una de las expresiones en su apasionada vida.
Fue, es y seguirá siendo por su forma de vestir, de cocinar y de recibir que su pasión traspasa su pintura, es el ingrediente que pervive en ella y que hace de su vida ese universo cromático y sensorial tan radicalmente mexicano.
La cocina de Frida
Con solo asomarnos a Frida ataviada, que a su vez ataviaba sus mesas, descubriremos la grandeza de un México inabarcable en esas expresiones llenas de pasión.
Si bien, la inspiración es el imaginario de la cocina de Frida, queremos con toda humildad aclarar que es una visión e interpretación a lo que creemos pudo ser un día de fiesta en la cocina de Frida y que compartamos la mesa, degustando esta visión nostálgica de un nacionalismo culinario.
Sabemos que ella exaltaba -directa y sublime a la vez-, con su forma de vestir, de comer, de pensar, de pintar, de escribir (sus famosas cartas); una mujer mexicana muy orgullosa de serlo y manifestarlo con todo su ser.
Frida sabía que la riqueza cultural de nuestra cocina radica en la gran diversidad de flora y fauna y en la presencia de culturas ancestrales desde hace milenios. De igual manera, con la llegada de otros pueblos del mundo, dando lugar a una mega biodiversidad cultural que vemos reflejada en los platillos de las cocinas regionales, expresándose en todas las facetas de la vida desde el nacimiento hasta la muerte. Y el lugar donde se daban cita todos estos ingredientes es en los mercados que resguardan la identidad y tradiciones, por ello Frida nos muestra que la visita a los mercados locales es vital para la cocina.
Un espacio de expresión
Ella valoraba nuestros ingredientes, desde los más sencillos hasta los que se consideran exóticos, es decir, desde frijoles, chiles, maíces, calabazas, hasta gusanos de maguey, escamoles y hormigas chicatanas.
La cocina de Frida es un espacio de expresión, cuyo espacio físico forma parte importante de la estructura arquitectónica de la Casa Azul, lo que es reflejo de la importancia en su vida cotidiana, la cocina es el centro y comparte protagonismo con el jardín y el patio.
Cocina de leña y carbón, manteles y servilletas, canastas, molcajetes, metates, jarros y cazuelas de barro de distintas medidas y para distintos usos, cucharas de madera, de peltre, comales, vitroleros, tortilleros, trasteros, así como el universo de maíces, frijoles, chiles, tomates, tortillas, frutas y flores se daban cita en el fogón de la casa de Frida, donde vive el espíritu de la diosa Chantico, diosa de los fuegos del corazón, los fuegos del hogar, danzando en el tlecuil y transformando ingredientes en verdaderas obras de arte efímero: salsas, moles, pipianes, pozoles, pascales, guisos, tortillas, frijoles, dulces, frutas, multicolores, de sabores y sazones tan variados, contando la historia de sus orígenes.