Empresario y activista de corazón

“Siempre me ha gustado ser un merecedor en la vida y me ha gustado el servicio a la comunidad; creo que aquella persona que ayuda, vive mejor y duerme mejor”
Por Mónica Márquez
Con más de 46 años de experiencia como empresario, incansable altruista, excelente padre de familia y esposo, artista plástico y diseñador de muebles, don Enrique Gamboa Núñez es un testimonio de entrega y compromiso con su comunidad, cuyo impacto perdura a través de iniciativas como la fundación del Club de Niños y Niñas Tijuana.
Don Enrique, originario de esta ciudad, nació el 31 de octubre de 1939; contrajo matrimonio con la sra. Yolanda Cuelles con quien formó una linda familia conformada por sus cuatro hijos Enrique, Ileana, Gabriel y Melissa, así como sus 5 nietos.
Su vida laboral la inició desde muy joven, primero trabajando como agente de ventas en Estados Unidos y, posteriormente, junto a su hermano Alfonso, quien lo invitó a trabajar en Fundición Gamboa. “Él fue un magnífico amigo, hermano y prácticamente mi tutor”.
Convencido de querer formar su propia empresa y crear un patrimonio, se dedicó a la fabricación de muebles para Estados Unidos y México, dado su especial gusto y talento por el diseño de los mismos. Fue tal su éxito que la mayoría de los primeros hoteles de Cabo San Lucas lucieron sus muebles.
“Siempre me ha apasionado el diseño, no paro, me gusta diseñar muebles y mobiliario urbano para Estados Unidos y México; aparte, cuando quiero relajarme, me pongo a pintar, soy un apasionado del paisaje de Baja California”, compartió.
Finalmente, el 16 de julio de 1977 fundó Gamboa y Compañía, una empresa que hoy en día es reconocida por la calidad de sus muebles y mobiliario urbano.
“He contado con la fortuna de tener amigos mayores que yo, como don Miguel Bujazán, amigo y compañero rotario; don Raymundo Muzquiz, a quien le debo mucho de lo que me enseñó, don Miguel Calete, así como los empresarios más fuertes de Cabo San Lucas. Tuve la fortuna de tener amigos a los que les aprendí mucho”, recordó.
Activista de corazón
Además de ser reconocido como empresario, don Enrique destaca por su labor altruista, una virtud que la trae en su ADN.
“Yo traigo una historia de vida de lucha y trabajo, vengo de un padre (Gabriel Gamboa) muy trabajador dedicado a la construcción; a mi madre Refugio Núñez le gustaba mucho ayudar a la gente y tuve una abuela a la que un sacerdote de Yahualica, Jalisco, le pidió que construyera una iglesia y a puro pedir y pedir construyò la iglesia de su pueblo”, relató.
Su labor de ayuda inició desde muy joven, ya que a través de Rotary Internacional conoció el programa 3H (salud, nutrición y desarrollo humano), lo que mediante el Club Rotario La Mesa lo motivó a crear el programa Indígenas de B.C, financiado por Rotary Internacional
Dijo que durante 9 años trabajó en pro de los indígenas, labor en la que recibió la colaboración de varios distritos de rotarios de Estados Unidos.
Posteriormente, fue invitado a participar en la restauración de las misiones de Santa Gertrudis la Magna y San Borja, un proyecto que impulsó junto al padre Mario Menghini Pecci, Juan Bremer y otros, fundando para ello Baja California Missions Foundation.
“Siempre me ha gustado ser un merecedor en la vida y me ha gustado el servicio a la comunidad; creo que aquella persona que ayuda, vive mejor y duerme mejor”, puntualizó.
Crea Club de Niños y Niñas
La vida tenía un propósito mayor para él y su generosidad: la creación del primer Club de Niños y Niñas en México y América Latina -cobijado por Boys and Girls Clubs of America-, proyecto en el que lo invitaron a participar y del cual se enamoró luego de visitar varios clubes de San Diego junto a su amigo Alejandro Villalvazo.
“Nos gustó el programa para hacerlo y empezamos a llamarle Boys & Girls México, pero hubo inconformidades en E.U. por el nombre y entonces creamos el Club de Niños y Niñas Tijuana. En aquel entonces, Tijuana tenía un índice de violencia muy elevado, y se manejaba mucho el tema de los niños de la calle, por lo que hicimos un estudio de este fenómeno.
“Hicimos una encuesta y lo que arrojó fue que el 70% de las mujeres que trabaja en la industria maquiladora era madre soltera, y esto fue lo que me impulsó a crear el club: ayudar a las madres solteras porque muchas nos dijeron que los niños los dejaban encargados. Eso generó el programa: chamacos que no tenían quién los dirigiera, quién los viera o que crecieron fuera del hogar”, recordó.
Reconoció que la gente de Tijuana es muy noble y gracias al apoyo de muchas personas, el club se hizo realidad en un terreno donado por el entonces alcalde Kiko Vega.
“Alejandro Villalvazo y un servidor empezamos a invitar a muchos empresarios de Tijuana; después de la tercera invitación, hicimos una maqueta, les explicamos lo que es el programa que beneficia a niños vulnerables. Nuestra sorpresa fue que nos empezaron a donar gran cantidad de materiales, maquinaria. En menos de dos años, tuvimos un edificio de 3 millones de dólares”, explicó.
El director general de Gamboa y Compañía precisó que en Tijuana se dio la internacionalidad del Club de Niños y Niñas, el cual actualmente se encuentra en 15 estados de la República Mexicana y en 40 países del mundo.
“El mayor gusto que me da es haber encontrado gente muy buena en Tijuana, gente noble y trabajadora, yo no hubiera hecho esto sin la buena voluntad de los tijuanenses”, expresó emocionado.
Nuevo proyecto
Don Enrique ha sido merecedor de diversos reconocimientos, entre ellos: en el 2015 se estableció el “Premio Enrique Gamboa”, el cual se otorga anualmente a quien destaca en pro de la niñez en el mundo.
Para este 2025, junto a familias tijuanenses donarán bancas para el Centro Histórico de Tijuana, las cuales llevarán un nombre.
“Queramos a nuestra ciudad, no critiquemos lo malo, mejor hagamos algo para mejorarla”, finalizó.
EN BREVE
- Artículo indispensable: El celular
- Mayor debilidad: Mi deseo de ayudar
- Maryor fortaleza: Mi familia