Las emociones son complejas y variadas; simplificarlas refleja una falta de valor y curiosidad en estos tiempos modernos

Por Becky Krinsky

En una sociedad que teme o le resulta difícil expresar sus emociones, utilizar las etiquetas de angustia y depresión como íconos o marcadores de los estados de ánimo predominantes puede parecer una definición severa y generalizada. Más que describir el estado emocional de las personas, estas etiquetas reflejan el tipo de vida que llevamos hoy en día.

La gente a menudo busca explicaciones rápidas y fáciles para sentimientos complejos, tratando de encuadrar sus experiencias en etiquetas simplificadas como «angustia» o «depresión». Sin embargo, estas etiquetas no capturan toda la gama de emociones humanas, ni las causas subyacentes que varían de persona a persona.

La angustia se manifiesta como una sensación de agitación, con intensas palpitaciones, dolores en el pecho, dificultad para respirar, intranquilidad y nerviosismo. En cambio, la depresión se caracteriza por una quietud completa, apatía, desolación y una falta de interés en la vida.

Limitar las experiencias emocionales a dos estados de ánimo es una gran pérdida, ya que en realidad tenemos una  basta variedad compleja de sentimientos. Por el bienestar y salud mental sería  recomendable tener el valor de poder experimentar con curiosidad y sin miedo la gama de emociones que ayudan a expresar con mayor claridad la forma en que cada uno se siente en distintos momentos y con diversas personas.

La era digital

La era digital actual y la sobrecarga de información se deforman fácilmente los síntomas confundiendo a las personas, ya que ofrecen aseveraciones severas y crean creencias rígidas algo equivocadas, por dar explicaciones rápidas que impactan y calman las dudas del instante en realidad lo que logran es crear una confusión acerca de la propia salud mental.  

La angustia es real en ciertos momentos de incertidumbre, y la depresión es inevitable en algunas circunstancias, pero también se puede sentir enojo, frustración, duda, dolor emocional, desesperación, cansancio, resentimiento, culpa, preocupación, rechazo, miedo, excitación, esperanza, espanto, abrumación, celos, envidia, vergüenza, aburrimiento, confianza, inseguridad etc..

 

Tener el valor de ser vulnerables y dejar que los sentimientos fluyan además de que enriquece la experiencia de la vida, permite que las personas tengan mayor claridad de sus emociones y por lo tanto se mejore la comunicación y la expresión.

 

Abrazar las emociones con curiosidad y apertura, sin miedo ni necesidad de etiquetarlas de inmediato, nos permite vivir de manera más auténtica y conectada. Al aceptar nuestra vulnerabilidad, encontramos una fuente de fuerza y creatividad que enriquece nuestras vidas. 

 

En lugar de ver las emociones como algo a controlar o simplificar, podemos explorarlas profundamente, permitiéndonos experimentar y aprender de cada sentimiento. Esto nos ayuda a desarrollar una mayor resiliencia emocional y a construir relaciones más genuinas y significativas con nosotros mismos y con los demás.

 

Todas las emociones son necesarias, ricas en expresiones y son dignas de ser reconocidas.

 

La receta

Abraza tu vulnerabilidad

Ingredientes:

Valor – fortaleza para tolerar las emociones incómodas y pedir ayuda si es necesario.

Calma – serenidad para fluir con paz y tranquilidad en momentos catárticos.

Confianza – fe en uno mismo. Seguridad para poder conquistar los miedos y superar dolores.

Aceptación – reconocer, entender y abrazar las sensaciones sin juzgarlas dejándolas ser.

Amor propio – autocuidado, respeto y buscar el bienestar  y la salud personal, sin arrogancia.

 

Afirmación personal para poder abrazar la vulnerabilidad

Vivo en plenitud, con mi corazón libre de reservas y reproches. Valoro tanto las lágrimas que derramo como las sonrisas que comparto. Reconozco toda la gama de mis emociones sin limitarlas ni etiquetarlas. Acepto que, para tener una vida integral, es necesario sentir, sufrir, amar, reír, llorar y todo lo que surge en medio. Cultivo mi amor propio, valorando tanto mis conquistas como mis pérdidas. Estoy consciente de mis reacciones y dejo fluir cualquier sentimiento del momento. Me hago responsable de mis acciones y procuro no lastimar ni culpar a otros por lo que yo estoy sintiendo. Acepto mi vulnerabilidad como una fuente de fortaleza y autenticidad. Me permito experimentar y aprender de mis emociones sin miedo ni juicio.

 

 

Espera un momento…

0