“A través del baile, puedo demostrar que la discapacidad la hace la sociedad o que el gobierno hace la discapacidad por no tener accesibles las calles, siento que ese es mi grito de revolución”

Por Mónica Márquez

La joven Isabella Montes Gómez no es solo una bailarina, es una fuente de inspiración que ha transformado su silla de ruedas en una extensión de su arte, utilizando cada parte de su ser para contar historias y transmitir emociones. Con solo 17 años, domina géneros desde el jazz hasta el ballet, demostrando que la pasión y la determinación no conocen límites.

Desde muy pequeña, Isabella tiene muy claro su sueño: convertirse en una bailarina profesional y estudiar la licenciatura en danza en Mexicali, sueño que indiscutiblemente apoyan sus padres María del Carmen Gómez y David Arturo Montes.

Isabella nació con espina bífida e hidrocefalia, pero eso no le impidió descubrir su amor por la danza a temprana edad. Desde los 6 años, ha demostrado que su discapacidad no es un límite, sino una parte de su extraordinaria forma de expresarse a través del baile.

“Tengo una tía que es bailarina, viéndola bailar en sus presentaciones y yo decía: “wow yo quiero hacer eso, quiero ser como ella”. A los 6 años, inicié en el baile y a los 14 años califiqué como bailarina élite, porque dedico alrededor de 18 horas de práctica a la semana”

Apoyo incondicional

Para ella, la danza significa libertad, “es como mi grito de revolución, de independencia; para mí, bailar es luchar por mis derechos que no son respetados y brindarles a otras generaciones este mensaje.

“A través del baile, puedo demostrar que la discapacidad la hace la sociedad o que el gobierno hace la discapacidad por no tener accesibles las calles, siento que ese es mi grito de revolución”, puntualizó Isabella, quien actualmente cursa el quinto semestre de la preparatoria en el Colegio Cadi.

Aseguró que su mayor apoyo en su camino como bailarina han sido sus padres, especialmente su mamá, “porque si a mí se me terminan las locuras, a ella se le ocurren más; mi mamá me lleva a lugares muy lejanos que siempre creí imposible llegar, pero siempre me dice que sí se puede”.

Además, desde que empezó a bailar, tuvo la gran fortuna de contar con su maestro Raúl Navarro, a quien considera como su sensei, debido a que siempre la ha motivado a dar más y más y nunca rendirse.

La silla de ruedas parte de ella

Debido a su discapacidad, Isabella se mueve y danza en su silla de ruedas, una extensión de sí misma que se ha transformado en una compañera inseparable en su arte.

“La silla de ruedas es parte de mí, se mueve junto a mí; hay veces que tengo que adaptar cosas y no hacerlas exactamente igual a como lo haría una persona que está bailando de pie, pero la mayoría de las veces es como si fuera una parte de mí”.

Isabella baila diversos géneros: jazz funk, ballet, contemporáneo, jazz… aunque los que más disfruta son el ballet y el lírico porque a través de este último expresa sus emociones.

“Lírico es como expresar lo que dice una canción y yo puedo expresar a través de mis movimientos lo que estoy sintiendo”, compartió.

 

La mayor recompensa

Sin duda, hacer algo que nos apasiona tiene su recompensa y, en su caso, no es la excepción. “Mi mamá y yo siempre andamos por la vida diciendo que el ballet es magia porque me dio mucha fuerza en las piernas, porque tomo ballet parada; al principio, me costaba mucho trabajo y sufría mucho, pero decía: sí voy a poder… y eso hizo que agarrara mucha fuerza. Tiempo después, salí con mis amigas y pude hacerlo sin la silla y sentí super bonito”

El baile ha sido fundamental para que Isabella disfrute la vida y supere pasajes difíciles, en particular la primaria, cuando la falta de empatía hacia su discapacidad era un reto. Hoy, le encanta presentarse en escuelas para compartir su inspiradora historia y motivar a otros jóvenes.

Falta mayor inclusión

Pese a que nos encontramos en pleno siglo XXI, la palabra inclusión no se aplica lo necesario. Las personas con discapacidad se enfrentan a la falta de accesibilidad.

“Considero que el mundo de la danza aún no es inclusivo, falta visibilidad, pero primero hay que trabajar en accesibilidad, porque mientras que no haya no podemos salir a la calle a demostrar que sí existimos”, expresó Isabella, una joven alegre, positiva  y entusiasta que pertenece a la Academia ConectArte.

“A veces hay que hacer las cosas, aunque tengas miedo, porque nunca sabes las cosas grandes que pueden llegar a pasar. Si luchas por tus sueños, estos se hacen realidad”, finalizó.

 

En breve

Artículo indispensable: sus zapatillas de ballet

Música favorita: Adele

Mayor debilidad: los tacos y el chocolate

Mayor fortaleza: mi disciplina

Frase favorita: “los sueños se hacen realidad”

Espera un momento…

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