“Es un error esperar que nuestra pareja lo sea todo para nosotros y viceversa. Cuando esa es la expectativa, creamos una excesiva e indebida presión en nuestra pareja y la relación misma. Tenemos que entender que en una relación de pareja realmente hay tres esferas: la tuya, la mía y la nuestra”

Por David Sotelo Felix

Cuando algo falta en la relación, pero seguimos juntos. ¿Será que ya murió nuestro matrimonio y no nos animamos a declararlo oficialmente fallecido?

Mucho se ha hablado y escrito de la importancia de mantener la llama de la pasión y el romance encendida en nuestros matrimonios, de evitar las rutinas y luchar contra el aburrimiento; de fomentar la sorpresa, el detalle y la travesura cómplice con nuestras parejas. Y todo eso es bueno y hay que considerarlo.

Pero, ¿es realista, ya no digamos posible, el mantener altísimos niveles de entusiasmo y de inversión de energía en una relación de décadas? Por linda e interesante que sea tu pareja y tú también, la novedad se acaba. Y como si eso no fuera un reto suficiente, hay otras razones y motivos por los cuales tendemos a quedarnos, con el paso de los años, en una relación de pareja parcial, que cubre ciertas necesidades, pero no otras. Terminamos como muchos pacientes en pareja me dicen: sintiéndose “roomies” o, peor, como hermanitos. Con vidas prácticamente paralelas y desconectadas en lo importante. En una especie de divorcio emocional, sexual, y de amistad, quizá ya solo compartiendo ciertas actividades, compromisos, responsabilidades.

Tipos de divorcio

Pero ¿por qué caemos en esto? Quizá la pregunta más importante a responderse: ¿puede ser revertido? Pero, primero hagamos un poco de detección, ¿estaremos divorciados y ni cuenta nos hemos dado? Veamos.

-Divorcio recreativo

Cuando ya dejaron de ser compañeros de juego (a veces nunca lo fueron en realidad). No hay complicidad, entusiasmo o coincidencia en gustos y preferencias para la diversión. Lo que a uno le emociona y agrada al otro le aburre o tensiona. Quizá, después de un periodo inicial de ceder y sacrificar, llega el momento en que toman la decisión de que cada quien busque sus actividades y compañía para hacer aquellas cosas que realmente le gustan.

-Divorcio sexual

Muchas cosas afectan la respuesta sexual. Cuando la intimidad deja de darse o es demasiado esporádica los motivos pueden ser muchos. Desde dejar de gustar la pareja, no disfrutar el sexo (con tu pareja o el sexo en sí), tener diferencias y resentimientos crónicos que llevan a una permanente actitud de castigo y rechazo que se manifiesta en evitar y/o rehusar tener relaciones sexuales, hasta llegar a hacerse de amantes con quien vivir esta dimensión de su vida. La gratificación sexual e íntima profunda no se dará en la relación matrimonial.

-Divorcio económico

Cuando ambos tienen un ingreso estable e independiente. No existe la interdependencia económica que, bien llevada, fortalece los lazos y facilita el hacer equipo como matrimonio. Quizá si comparten gastos, pero de una manera dividida, como lo harían compañeros de cuarto. Cada quien hace con su dinero lo que le place. No hay realmente un plan o proyecto financiero a futuro como pareja y familia.

-Divorcio emocional

Tristemente no es a la pareja a la que se recurre cuando necesitas apoyo, consuelo o desahogo. Se ha perdido confianza en cuanto a poder mostrarse vulnerable, bajar la guardia y compartir tristezas, enojos, frustraciones y temores. El intimar afectivo no es propio de la relación. También pueden existir impedimentos que preceden la existencia de la relación misma, es decir, a veces por razones de personalidad, crianza, experiencias previas, etc., se dificulta de sobremanera poder intimar emocionalmente con la pareja. Son barreras que tienen que ser trabajadas en terapia individual primero, para que sus frutos se noten en la relación de pareja posteriormente.

Niveles de satisfacción

En caso de que estés descubriendo que, en efecto, estás divorciado en uno o varios de estos aspectos de tu matrimonio, tienes que aclararte varios puntos de entrada: ¿Quiero cambiar esto y reencontrarme con mi pareja en aquellos aspectos en los que estamos “divorciados”? ¿Realmente lo desea él/ella también? ¿O será un acuerdo tácito el que estamos viviendo que así nos entendemos y ni para qué moverle? Muchas parejas viven así, con diferentes niveles de satisfacción como resultado. Pero ¿cuál es tu caso? Porque cualquier mejora implica voluntad, esfuerzo y honestidad consigo mismo de parte de ambos.

Cabe mencionar que es un error esperar que nuestra pareja lo sea todo para nosotros y viceversa. Cuando esa es la expectativa, creamos una excesiva e indebida presión en nuestra pareja y la relación misma. Tenemos que entender que en una relación de pareja realmente hay tres esferas: la tuya, la mía y la nuestra, es decir, hay una zona individual que a cada quien le toca cultivar, habitar y disfrutar.

Mi zona individual es responsabilidad personal, y nos toca respetar lo que decide hacer con ella nuestra pareja, pero existe una zona compartida: la de pareja; en ella, decidimos, proponemos, negociamos y disfrutamos todo lo concerniente a la relación matrimonial. Ahí es donde nos toca ponernos bien de acuerdo, y esta puede ser tan estrecha o amplia como los dos decidamos. Lo que descubramos que va con nosotros.

Curiosamente hay parejas y personas que parecen necesitar mucha convivencia e interdependencia, mientras que otros con pocas horas compartidas se sienten satisfechos. Descubrir la combinación y la proporción satisfactoria en el caso muy particular tuyo es la tarea. Con diálogo abierto, experimentación, ensayos, retroalimentación y voluntad se lo podrán ir aclarando. Decidan lo que decidan tiene que ser algo que tenga sentido para ambos y que les genere, juntos, calidad de vida y bienestar. De lo contrario, quizá el divorcio total y legal podrá ser la solución a una relación insostenible. Ustedes tienen la última palabra.

*El autor es psicólogo clínico y atiende adultos y parejas en su consulta privada. Citas al 664 331 1070.

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