«Si algo he aprendido es que las barreras solo existen para mostrarnos lo fuertes que podemos ser. Agradezco cada desafío porque me enseñó a convertir los ‘no se puede’ en ‘sí se puede’, y a caminar con paso firme hacia mis sueños»
Por Mónica Márquez
La historia de la Dra. María Elena Serrano Orozco es un verdadero himno a la resiliencia. Ella nació con la limitación de pie equinovaro, pero supo transformar cada adversidad en una capacidad. Hoy es una mujer inspiradora, empresaria exitosa en el ramo del reciclaje en Tijuana, ciclista extrema y corredora medio maratonista.
La Dra. Maria Elena proviene de una familia humilde, pero muy trabajadora, de padres comerciantes (Alfredo Serrano y Elena Orozco), quienes criaron con muchos esfuerzos y carencias a 10 hijos, siendo ella la menor.
“Crecimos en condiciones muy precarias: una casita de cartón, con piso de tierra y lámpara de petróleo. Nace la niña con discapacidad de pie equinovaro y no había dinero para el tratamiento; si no había recursos para cubrir las necesidades básicas, mucho menos para las cirugías. Mi mamá tuvo que tocar puertas con un médico y otro para ver quién la apoyaba”, recordó.
Su madre no se rindió hasta que encontró ayuda en La Casa de los Pobres, un centro de ayuda social que sirvió de puente para que ella recibiera el tratamiento médico durante tres meses en Estados Unidos. “Mi madre sufrió porque me tuvo que dejar en Estados Unidos porque ella no podía ir y venir”.
Honrando a su madre
“Me hicieron tres cirugías; yo desconocía que me las habían hecho. Hace tres meses, me invitaron al CRIT a dar una plática sobre lo que era la discapacidad y empecé a revisar los documentos que mi mamá me había dejado, y fue cuando me di cuenta que era discapacitada; sabía que me habían operado porque ella solo me decía: “es que naciste con el pie volteado”.
“Tuve una gran madre que me dio la fortaleza, fue la mejor psicóloga, consejera y demás porque lejos de verme como una discapacitada, me impulsó diciendome que yo tenía dones que no tenían las personas “normales”, que tenía un pie biónico; hasta hace poco, me di cuenta que tenía una discapacidad, ya que ella siempre lo minimizó. Mi discapacidad la volvimos una gran capacidad para que yo lograra todo lo que quería hacer”, recordó con nostalgia.
Los pronósticos médicos durante su niñez indicaban que no podría correr, saltar, andar en bicicleta, hacer ejercicios de alto impacto o usar tacones altos porque su pie no se movía. Si bien, su extremidad está débil y mucho más delgada y rígida en comparación con la otra, María Elena demostró que muchas veces los límites nos los ponemos nosotros mismos; ahora, ella es ciclista extrema, corredora medio maratonista y claro que puede usar zapatillas.
La lección más importante
Sin duda, su mamá le transmitió una gran lección que hoy la aplica en su vida diaria: la constancia, la disciplina y el no rendirse ante nada. El no puedo no existe en su diccionario, aseguró María Elena, quien es licenciada en Relaciones Industriales con especialidad en Psicología Industrial, doctorado en Medicina Holística y maestría en Nutrición.
En los momentos más difíciles, dijo que ella descubrió su fortaleza mental, disciplina, constancia y el no rendirse ante las adversidades. “Para mí, las conversaciones internas son muy importantes; cuando siento que ya no puedo, uso frases para impulsarme. Por ejemplo, en el deporte, si ya voy cansada, mi frase es: ‘ya pasé el umbral del dolor, las piernas van solas’, y en el trabajo, ‘todo va a estar bien y vienen cosas mejores’”.
Una empresaria exitosa
Su espíritu aguerrido, resiliente y de trabajo constante han hecho de la Dra. María Elena, una mujer de éxitos en el deporte y en los negocios. Cuenta con 25 años de experiencia en el ramo del reciclaje, un área en la que se involucró tras la invitación de un amigo a formar parte del negocio.
“Cuando salgo de la universidad, entro a trabajar a una maquiladora, ahí fue donde me relaciono con toda la industria maquiladora y conocí a muchos empresarios. Me invita mi amigo a formar parte de lo que era el reciclaje, yo super inquieta, con ganas y con la necesidad de salir adelante, acepté”, relató.
Sin duda, en este sector predomina la mano masculina por el trabajo rudo que representa, aunque esto solo ha sido un desafío más que la doctora ha superado satisfactoriamente.
“Mi panorama de vida, mi núcleo familiar en el que predominaron los hombres, me hicieron el temple y carácter y me formaron para poder llegar, plantarme y dar soluciones a las empresas que pudieran confiar en mí; esto fue el parteaguas para que pudiera tener una empresa propia en el 2010”, explicó.
Para ella, su empresa no solo representa una fuente de ingresos para muchas familias, también es una parte esencial en la conservación y preservación del medio ambiente, ya que evitan que los residuos que recolectan contaminen la ciudad, dejando así un planeta más limpio para las futuras generaciones.
Su legado
Como legado, dijo que le gustaría lograr que las mujeres crean en sí mismas, que luchen por lo que desean y nunca permitan que nadie rompa sus sueños. “Somos fuertes, valientes y capaces de lograr todo lo que nos propongamos”.
«Si algo he aprendido es que las barreras solo existen para mostrarnos lo fuertes que podemos ser. Agradezco cada desafío porque me enseñó a convertir los ‘no se puede’ en ‘sí se puede’, y a caminar con paso firme hacia mis sueños», concluyó
En breve
Artículo indispensable: el celular
Música favorita: las baladas
Libro favorito: Metamorfosis de Franz Kafka
Mayor debilidad: mi familia
Mayor fortaleza: mi familia
Frase favorita: “El valor del hombre se mide por su querer, no por su saber”